Batalla de Curupayty y una victoria que sigue siendo recordada 157 años después

La Batalla de Curupayty, un hito en la historia militar de Paraguay, se desarrolló en el contexto de la Guerra de la Triple Alianza, donde Paraguay se enfrentó a las fuerzas combinadas de Argentina, Brasil y Uruguay. Este enfrentamiento, que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1866, es considerado no solo la victoria más destacada de Paraguay en la guerra, sino también en toda su historia militar.

En los días previos a la batalla, el Ejército Paraguayo, liderado por el General José Eduvigis Díaz, se dedicó intensamente a fortificar las trincheras y a preparar el terreno con zanjas y estacas para dificultar el avance del enemigo. Las lluvias caídas durante esos días ayudaron a ocultar estas preparaciones, lo que resultó en una desventaja para las fuerzas aliadas.

La batalla comenzó con el bombardeo de la flota brasileña a las fortificaciones paraguayas, seguido del avance terrestre del ejército aliado. El General Bartolomé Mitre, al recibir la noticia de que la flota imperial había cesado su cañoneo, asumió que las posiciones paraguayas debían estar destruidas y ordenó el avance. Las fuerzas argentinas y uruguayas, bajo el mando de los generales Wenceslao Paunero y Emilio Mitre, y las fuerzas brasileñas, comandadas por Manuel Marques de Souza III, Barón de Porto Alegre, iniciaron el ataque divididas en 28 cuerpos. Posteriormente, se unieron a la batalla 15 batallones argentinos y 9 cuerpos brasileños que estaban en reserva.

Fue solo cuando las tropas aliadas estuvieron al alcance de las armas paraguayas que el General Díaz ordenó abrir fuego con toda la potencia de los cañones y fusiles. Los aliados no pudieron acercarse a las trincheras paraguayas debido a las trampas ocultas por las aguas de las lluvias caídas, y los pocos soldados que lograron hacerlo fueron literalmente fusilados. A medida que intentaban retroceder, la llegada de refuerzos los obligaba a cargar nuevamente, siendo rechazados en todos sus ataques. La situación no cambió durante el transcurso de la batalla, y los paraguayos continuaron causando numerosas bajas a los aliados.

Al final de la batalla, las bajas de los aliados ascendieron a 10.000 soldados, en su mayoría muertos y heridos. En contraste, las bajas paraguayas fueron insignificantes, ya que no superaron el centenar.